RELACIONES EN LA EMPRESA:
el conjunto de interacciones que se da entre los individuos de una empresa, la cual
tiene grados de órdenes jerárquicos. Las relaciones humanas se basan
principalmente en los vínculos existentes entre los miembros de la sociedad,
gracias a la comunicación.
Esta es mi vida, pero no
soy yo
Las empresas
buscan fórmulas para que sus empleados sean más felices y, por tanto, más
productivos. Pero ¿es posible serlo en plena crisis, mientras uno teme perder
su empleo?
NOTICA:
Los Premios E&E a la Innovación en Recursos
Humanos, que recientemente han celebrado su novena
edición, dan un indicio de por dónde van las cosas: DHL se
llevó uno por fomentar la identificación de sus trabajadores con la compañía
invitándoles a debatir y gestionar cinco proyectos de expansión; Philips Ibérica, porque puso en marcha, en el verano de 2010, las Recognition
cards, un sistema orientado a motivar a sus mejores profesionales
con unos puntos que podían canjear por diversos productos de la marca; o la
propia R, donde trabaja Santiago Vázquez, por haber desarrollado un modelo de
felicidad en el trabajo que, entre otras cosas, ordena aumentar o reducir los
incentivos variables de los jefes de cada departamento según el clima laboral
que logren establecer en él. El porvenir está en manos de todos aquellos que
sean capaces de darle la vuelta a la fatalidad y conseguir que las espinas
estén llenas de rosas.
Eduard Punset, autor de libros como
Viaje al optimismo o Excusas para no pensar y conductor del programa
Redes, ha defendido que “la felicidad de los empleados debe ser un objetivo
primordial de las empresas” y que estas “tienen que aceptar que la gente
controle parte de los procesos en que está inmersa, para que así pueda
desarrollar sus cualidades innatas”. Pero añade ahora que, en su opinión,
tampoco suelen vivir bien aquellos que consideran el trabajo su centro de
gravedad: “Los estudios más serios sobre las dimensiones de la felicidad coinciden
en no identificar el trabajo como una de sus fuentes básicas, porque antes que
eso están las relaciones personales, el control de la propia vida e incluso los
niveles de renta. Y las investigaciones más recientes en el campo de la
neurología ponen de manifiesto la necesidad de conciliar entretenimiento y
conocimiento: es preciso entretener para enseñar. Lamentablemente, muchas
universidades no han asimilado todavía este principio, y el mundo corporativo
está todavía más lejos de practicarlo. De todos modos, la actual dicotomía
entre trabajo y felicidad desaparecerá a medida que se cambien los esquemas de
la revolución industrial por estrategias menos fundamentadas en los
conocimientos académicos y más en la creatividad”.
Sin embargo,
como advierte una vez más Jean Delumeau en El miedo en Occidente,
“cuando las personas están asustadas corren el riesgo de disgregarse, su
personalidad se cuartea y su sensación de estar adheridas al mundo desaparece”;
así que ¿cómo se pueden combinar, en estos momentos, la búsqueda de la
felicidad en el trabajo y el pánico a perderlo, en medio de esta crisis y justo
después de la última reforma laboral? “No dejándose vencer o intimidar por el
miedo”, concluye Punset. “El miedo ha sido evolutivamente la mayor amenaza de la
felicidad, a la que he definido como la ausencia del miedo”. El problema es
cuando ese estado de alarma pasa de ser individual a ser colectivo. Delumeau lo
resume con una pregunta inquietante: “¿Las civilizaciones pueden morir de
miedo, como las personas?”.
¿Existen
trabajos capaces de hacer felices por sí mismos a las personas que los
desempeñan? Según un sondeo recién llevado a cabo por la Universidad y publicado por la revista Forbes, las 10 ocupaciones más gratificantes que existen son,
por este orden: cura, bombero, fisioterapeuta, escritor, profesor de educación
especial, maestro de escuela, artista, psicólogo, agente de ventas e ingeniero.
El novelista Gustavo Martín Garzo, a punto de publicar Y
que se duerma el mar, está de acuerdo con que su profesión esté en
ese inventario, porque reconoce disfrutar escribiendo, lamenta que eso no les
ocurra a demasiados profesionales y piensa que “habría que recuperar la noción
del trabajo gustoso, como lo llamaba Juan Ramón Jiménez. Estar en paro es un
drama tremendo, incomparable, pero también es una pena que tanta gente que sí
trabaja piense más en lo que saca de su oficio que en lo que le puede dar.
Antes muchas personas amaban su trabajo, por modesto que fuera, y eran felices
al entregarlo bien hecho, pero ahora vivimos un tiempo de prisas y de chapuzas,
en el que solo importa la rentabilidad. Esa es la llave de este asunto: hacer
las cosas de cualquier manera no puede hacer feliz nada más que a un
sinvergüenza; hacerlas bien, puede hacer feliz a una persona honrada”.
Para que una
empresa funcione como debe ser, tiene que cuidar todas sus partes:
-
Relaciones con el personal
-
Acciones sobre el entorno medioambiental
-
Uso de productos y recursos
-
Programas de ayuda a organizaciones
-
Acciones dirigidas a la comunidad
En este caso
nos hemos centrado en las relaciones del personal. Para una buena organización
y productividad, la empresa no debe descuidar a sus empleados, una persona
feliz realiza mejor su actividad de trabajo antes que otra que no se siente
bien, nunca se puede omitir, que las empresas no pueden estar pendientes las
24h de sus empleados y de algún modo malcriarlos, sino ejercer un poder fuerte
de liderazgo y a la vez comprensivo para que los empleados se sientan a gusto y
seguros, en vez de presionados y asustados.
BIBLIOGRAFÍA